LA VISION MECANICISTA DE LA ECONOMIA Y EL FUTURO DEL PLANETA

“En asuntos de estilo, nade con la corriente… En asuntos de principios manténgase firme como una roca.”
Thomas Jefferson

En los actuales días, marcados por la efervescencia de una crisis económica y financiera, que comenzó a vislumbrarse tibiamente en el 2007 y que ni los gurús y sabios más renombrados saben cuándo va a terminar, he considerado oportuno dirigir la mirada hacia algunas de las razones que, coyunturalmente, han contribuido al desencadenamiento del problema: La visión mecanicista o el economicismo, es una de ellas. En las economías de nuestros países, en vías de desarrollo, el impacto de este modelo económico está arrasando con los ecosistemas y haciéndonos más dependientes cada vez  de las naciones con mayor potencial tecnológico y de consumo, sin lograr una identidad propia como sociedad. La globalización mundial, polarizadora de la riqueza y el poder, es la consecuencia final de todo esto.

De ahí que en los momentos actuales abordar la relación naturaleza – sociedad, como procesos que interaccionan, tiene una importancia significativa; se trata de explicar el comportamiento de la humanidad ante los retos de la Revolución Científica Técnica, que si bien ha constituido un gran salto en la acumulación de saberes humanos, también ha propiciado la acelerada destrucción y apropiación irracional del medio ambiente.

El resultado histórico que ha devenido del desarrollo conocido hasta el presente y de modelos económicos adoptados, no ha conducido sino, a un marcado deterioro del medio ambiente, a consecuencias de una insensata y despiadada intervención humana sobre los sistemas ambientales de nuestro entorno planetario. Se hace necesario entonces realizar un análisis de la relación ciencia-tecnología-sociedad y cómo esta ha repercutido en el actual desarrollo de la humanidad y el papel que le corresponde asumir en el marco del nuevo paradigma del desarrollo sustentable, teniendo en cuenta la compleja relación entre los avances en la ciencia, las tecnologías científicas, los modelos económicos y el desarrollo sostenible, como la vía más sensata para salvar la vida en el planeta.

Salvo ejemplos irrelevantes, el cambio hacia una eco-economía – o economía ecológica – no está aconteciendo en casi ningún lugar del mundo y, estamos cada día más distantes de esa posibilidad.

Todos los principios destructivos del l sistema económico, actual, están presentes en el flujo monumental de bienes y servicios y en el continuo aumento poblacional. La obsesión por el crecimiento infinito está haciendo retroceder el mundo un siglo en la cuestión ambiental, hasta el punto de promover guerras para continuar obteniendo los recursos energéticos, así sean finitos y altamente poluentes. Es realmente asustador pensar en el comprometimiento de la “paz en la tierra”  como es el deseo Divino, cuando el crecimiento de dos países atrasados como China y Brasil, pone en jaque el propio crecimiento de las naciones desarrolladas, tanto por el agotamiento acelerado de los recursos no renovables, como por el aumento de enormes desequilibrios ecológicos planetarios.

John Maynard Keynes en los albores del nacimiento de la economía tradicional, usos una frase para graficar su pensamiento y los peligros que se cernían “En el largo plazo, todos estaremos muertos”. Esta frase tuvo y continúa teniendo consecuencias prácticas e impresionantes para nuestro mundo a la vuelta de la esquina. Si todos vamos a morir, es la reflexión del consumismo, la preocupación con la naturaleza y sus ecosistemas se torna totalmente innecesaria. Y, como muchos creen que el planeta Tierra es inagotable, como si fuera el Jardín del Edén, nuestra única tarea es crecer.

Eso muestra el fracaso de modelos de producción e intercambio  – diseñados por  “sabios” y gurús en temas económicos – que afectan a más de una generación. Es el caso del consumismo desenfrenado de la actualidad; la realidad viene demostrando que los individuos son impacientes e prefieren consumir y vivir hedonísticamente el día a día. Se hace imprescindible parar; el deseo individual no puede afectar una nación entera o, aun más: La raza humana.

Aceptando que los individuos, de hecho, somos mortales, no lo es la especie humana, según lo define Nicholas Georgescu-Roegen (considerado el padre de la eco-economía). Por lo que cada individuo debe comprender que hace parte de un cuerpo social inmortal y, una vez comprendido y aceptado este aserto, actuar en consecuencia, esto es, librarnos totalmente de nuestra miopía y de este proceso suicida.

En verdad, la línea maestra del pensamiento económico actual pasa por la creencia de la inmortalidad y la invencibilidad de la especie humana. Esa inmortalidad, depende de la capacidad del ser humano de derrotar la ley de Entropía, segunda ley de la termodinámica, según la cual, un sistema natural siempre camina del orden para el desorden siendo, este,  un proceso irreversible.

La visión metafórica de Georgescu-Roegen, sobre la Tierra, es muy interesante: El Medio Ambiente, accesible para todos los seres vivos de la Tierra, es como si fuese una ampolleta que, infortunadamente no puede ser virada de encima para abajo, pues toda la materia y energía existente en la parte de encima de la ampolleta se transforma en nada al virarla hacia abajo. Entonces – la conclusión del eco-economista y filósofo – es que la humanidad jamás será capaz de revertir el proceso de la ampolleta, por lo que su única tarea es adoptar tecnologías, más reciclaje, una nueva matriz energética y, métodos y procesos que eviten el rápido agotamiento de las reservas fijas disponibles de materia y energía. La humanidad siempre requerirá de más materia y energía para producir más materia y energía y, eso es una ley física de la cual jamás escaparemos. Por esta razón las leyes de la física, las leyes  de la biología y las de la naturaleza, en general, dominan las leyes económicas. En la Eco-economía, las leyes económicas son un subconjunto de las leyes de la naturaleza y no lo contrario.

Ahora viene la reflexión: ¿y entonces qué pasa con las teorías económicas actuales?  Así hayan roto con la Escuela Clásica – las teoría económicas de los últimos 100 años – continuarán adheridas a los principios de la mecánica utilizados por los clásicos. En aquel tiempo, la mecánica – ciencia que trata de las leyes del movimiento y los equilibrios – pasó a ser considerada hermana siamesa de la economía, así en el pasado Alfred Marshall haya indicado a la biología como más compatible, pero su propuesta y sus argumentos fueron ignorados. Los clásicos y todos los economistas actuales, todavía encuentran en la mecánica una explicación convincente para los fenómenos económicos.

El problema con el uso de esta visión mecanicista, hasta ahora, es que ella misma fue superada, por la visión termodinámica, que revolucionó la física drásticamente. A este respecto Einstein escribió un libro en 1938, mostrando que la mecánica había sido definitivamente superada y transformada por la nueva ciencia. A pesar de esto, en pleno siglo XXI las leyes de la mecánica siguen manejando, tal vez inconscientemente, las mentes de los principales teóricos de la economía.

Se debe entender que un proceso económico es, antes que nada, un proceso físico y el uso de la física de forma indiscriminada en la economía, sea implícita o explícitamente, ha llevado a la absurda conclusión que los procesos económicos – de acuerdo con las leyes de la mecánica – son totalmente reversibles. Ahora podemos entender, con mayor claridad, porque nuestros economistas creen que los sistemas de producción y consumo son neutros para la Naturaleza; son reversibles!!  aseveran  ellos  y, si son neutros para la Naturaleza y son absolutamente previsibles – otra consecuencia de la visión mecanicista – también  pueden generar crecimiento continuo e interrumpido (conclusión totalmente forzada, pues dentro de la misma visión mecánica, algún “iluminado” debería percibir que existe una restricción de espacio físico terrestre y que los territorios de las naciones son permanentes).

Esto nos lleva a determinar que el economicismo, como se conoce a esta visión mecánica de la economía, está totalmente en desacuerdo con la realidad. Conforme a esa visión, la economía siempre volvería a su punto de partida, así haya pasado por eventos terribles como guerras, catástrofes naturales, cataclismos, terremotos, inflación, quiebra de la Bolsa, etc. Es como si usando un poderoso tractor se destruyeran todos los bosques de una ciudad, después del daño, simplemente se da marcha atrás y todo vuelve a quedar como antes, es reversible, no se discute más.

Esa visión mecanicista, permitió la construcción de una visión circular de los flujos de producción y consumo. Lester Brown habla de la visión linear de los procesos económicos, pero en verdad, él se está refiriendo es a una visión linear cuándo dentro de esos procesos una variable siempre olvidada por los teóricos es introducida en el modelo: la realidad de los procesos físicos.

Para comprender, lo que está sucediendo actualmente en el mundo industrializado y en los países del llamado grupo BRIC (Brasil, Rusia, India y China), debemos entender cómo actúa la visión linear a la que Brown se refiere, que consiste en el hecho que la economía extrae exhaustivamente recursos no renovables del Medio Ambiente, procesándolos y transformándolos en flujos económicos, para enseguida, verter todos los residuos poluentes, dentro de la misma naturaleza. (Mares, ríos, bosques, etc.); es la economía linear de extracción-producción-descarte.

Es, simultáneamente, la economía del desperdicio, de la ineficiencia respecto de los recursos naturales y sus servicios irremplazables.

Pero, ¡atención!, esa no es la visión que aplican los economistas; para ellos, de dónde los recursos están viniendo, tanto para dónde los residuos poluentes están yendo, no es un problema económico, es un problema de la Naturaleza.

La Naturaleza es vista como una fuente proveedora gratuita de los sistemas económicos y no posee ninguna interligación con ellos. Como en el economicismo todos los procesos son reversibles, previsibles y ocurren alrededor de  recursos inagotables, no hay razón alguna para incluir la Naturaleza en el flujo circular de producción y renta. (Este peregrino concepto, es encontrado en todos los libros de introducción a la Economía).

Si observamos con atención y sentido crítico, eso está distante de la realidad. La Naturaleza es inexistente en este flujo circular, por causa de la adopción ciega del mecanicismo como base de las teorías económicas. Es obvio que la economía no es un proceso auto-sustentable, auto-liquidable y aislado de la Naturaleza. La economía tiene mucho que explicar respecto del caos ambiental generado por la implementación de sistemas económicos basados en sobre explotación de la Naturaleza; seguramente, en el economicismo no encontraremos explicaciones satisfactoria para la catástrofe ambiental que tanto daño está causando en el mundo, pues como vimos más arriba la mecánica fue superada por la termodinámica y ese cambio debería ser interpretado y asimilado por la economía. Lo que observamos, en cambio, es un daño continuo y acumulativo del medio ambiente que, de cierta forma, terminará causando rupturas y trastornos en los  propios procesos económicos, con severos problemas sociales y ambientales.

La ciencia y la tecnología han aportado incuestionables resultados a la Humanidad, sin embargo a más de veinte siglos de civilización del planeta, el ser humano afronta la inexcusable necesidad de rectificar estilos y formas de desarrollo económico, que de continuar su desenfrenado ritmo, amenazan agotar para siempre recursos inapreciables del patrimonio universal, y lo que es peor, comprometer la existencia misma de las futuras generaciones de seres humanos.

Mas si hay una visión clara del problema y un sincero deseo de mejorar, habrá esperanza. Esa esperanza y un profundo sentimiento de alegría, paz y felicidad, es lo que deseo transmitir a todos los miembros de SIGUE, a su Directorio y a aquellas personas que a través de las Artes Gráficas, mantenemos viva la memoria de los actos de los hombres que pasarán a la historia. !

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